viernes, 4 de mayo de 2007

TRIVIAL (si, otra vez)

En primer lugar me gustaría cagarme en vuestros muertos. En los muertos del que entra y no escribe, en los del que entra y escribe poco, en los del que solo lee y en todos vuestros muertos en general. Pero de buen rollo, sin malas intenciones y sin más objetivos que el de giñarme en vuestros difuntos.





A lo que iba.





Esta noche es LA NOCHE.




El ejército rebelde se encuentra a las puertas de la ciudad. Tras un año desde la última batalla, mucho camino ha sido el recorrido. Travesías por frondosos bosques y áridos desiertos, caminatas a lo largo de inhóspitos parajes, barrizales regados con la sangre de compañeros caídos. Duras marchas a pleno sol y en la más profunda oscuridad. La derrota fue un duro golpe para los rebeldes, quienes, y solo gracias a una férrea moral, fruto de años de penurias y de confianza en sí mismos consiguieron reponerse. Cada hombre cogió un fusil, cada mujer un saco de arena y cada niño una bandera y juntos marcharon hacia un incógnito destino. Entonaban antiguas canciones de tiempos pasados, de tiempos felices, de cuando el tirano aún dormía y su yugo no apretaba con fuerza el cuello del débil. El gris y desolado paisaje de un mundo muerto contrastaba con el brillo del valor reflejado en los ojos de cada ciudadano, de cada soldado.
El miedo, una oscura sombra, se mecía constante sobre las gentes mientras avanzaban a paso firme. Tanto tiempo esperando este momento unía a todos y cada uno, ya no existían diferencias, todos luchaban contra un mismo enemigo, contra aquel que los privó de libertad.
El cansancio, como cuchillas que se clavaban en cada porción de cuerpo se disipaba al aferrarse a un brazo amigo. La unión era su fuerza.

La victoria los convirtió en Dioses, ningún pueblo pudo resistir el empuje de sus ejércitos. Pasaban a cuchillo, grababan a sangre y fuego sus victorias. Toda resistencia quedó convertida en un recuerdo. Llegaban informes de la reorganización de un pequeño contingente que se aproximaba a la capital. ¿Pero qué podrían hacer un puñado de mujeres y niños, mal alimentados y peor armados con su potente armada? Pero en su seno, en lo más profundo de su ser, sabían que unos buen líderes podrían dirigir a la más irrisoria fuerza hacia la victoria.

El ejército rebelde estaba a las puertas de la capital, sólo escasos metros separaban un ejército del otro. Los líderes rebeldes estaban reunidos. Desde el Norte atacaría Patatilla Papadopoulus con la cruel caballería de los “Llevamoscrestasrojas”, por el Sur, Antuán “Todoescultural” Repollo abriría una brecha en el flanco con el sanguinario grupo de espaderos “Los Tenedores” y por el Este, fusiles en mano y a la CABEZA, el Tercer Regimiento de Fusileros, comandados por Pepo “La realidad no es en realidad” Frusciante. Tras los muros de la ciudadela se encontraban los oscuros dirigentes del ejército del tirano. Campana “Verbenas” Jurista imbuía armas y soldados de extrañas sustancias del más alla; El doctor Muerte creaba miles de engendros de los cadáveres que se amontonaban en las calles; y en su torre Karliat “Manson” observaba fumando de una extraña pipa de tabaco. Estaban tranquilos, las huestes rebeldes no tenían muchas oportunidades, combatían en terreno desconocido y eso sería una gran ventaja para los tiranos.

Al anochecer comenzaría la batalla que decidiría el destino del mundo. Esperanza o Sumisión, no había alternativa…

Dios que ida de pelota….me encanta

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Trivial? si, otra vez.......